Cadena 8 Noticias / Opinión
La entrega pasada me quedé con un pendiente y lo quiero retomar, aun cuando me costó un poco de trabajo pues me inclinaba por analizar el tema de amor de nuestras madres, muy presente durante esta semana y que se podrá abordar en la siguiente; por lo pronto entremos al tema.
Me mueve mucho el hablar de como enseñar a nuestros hijos a compartir, a ser sensibles ante las necesidades del prójimo. En nuestro caso tenemos hijos que están iniciando su vida laboral y reciben sus primeros ingresos. Cómo ayudarles a entender que somos administradores de nuestros talentos y como nos fueron dados para satisfacer nuestras necesidades, pero también para satisfacer las necesidades de los demás y no solo hablando de bienes matariales. La época navideña puede ser es el momento justo.
Retomo una de las anécdotas más impactantes de la Madre Teresa de Calcuta que cita Fernando López de Rego en su libro “Teresa de Calcuta, en persona” en López, F. (2023). “Teresa de Calcuta, en Persona”. Ed. Voz de Papel; es el caso de una familia hindú con ocho hijos que no tenía nada para comer. La Madre Teresa les lleva arroz, un gesto de caridad directa; Pero lo que sucede después es una lección de espiritualidad pura: la madre hindú, a pesar de su propia miseria y el hambre evidente de sus hijos, parte el arroz y se lleva la mitad a sus vecinos musulmanes, quienes también sufrían.
Cuando la Madre Teresa le preguntó por qué lo había hecho, la respuesta fue simple y demoledora: «Ellos también tienen hambre», que gran aprendizaje.
Aquí viene la enseñanza crucial de la santa: La Madre Teresa decidió no llevar más arroz esa noche, pudiendo hacerlo. No lo hizo—y esta es la clave—porque quería que aquella familia disfrutara de «la alegría de dar.»
Si yo soluciono el problema, pero le robo al otro la oportunidad de la generosidad, le estoy quitando una gracia inmensa. Le estoy robando la alegría profunda que solo se siente cuando se entrega lo poco o lo mucho que se tiene, cuando el acto de amor cuesta.
Esta lección de la alegría de dar conecta directamente con otra anécdota poderosa que nos cita el autor sobre nuestras prioridades en esta época de agendas apretadas.
La Madre Teresa fue invitada de honor a la ceremonia de apertura del Congreso Eucarístico Internacional en Bombay, a la que asistiría el Papa Pablo VI. Un evento de gran prestigio e importancia. Sin embargo, de camino al acto, vio a dos moribundos, eran un matrimonio, junto a un árbol estaba el esposo y la esposa
Ella se detuvo.
Se quedó con ellos hasta que el hombre murió en sus brazos. Luego, cargó a la esposa y la llevó a un centro de su congregación. Cuando llegó al Congreso, la ceremonia ya había terminado.
El mensaje es claro y urgente: la posibilidad de ayudar al prójimo no está esperando en el gran salón de eventos, sino tendida y sufriente en nuestro camino. Ella no dijo: «Voy a ir rápido a saludar al Papa y luego vuelvo.» Ella reconoció a la necesidad en la persona que estaba muriendo y actuó sin dilación.
En este tiempo de dar, la vida nos da un poco más para dar, casi todos hemos recibido la grata noticia de que ya llegó el aguinaldo, muchos de los negocios viven su mejor etapa en diciembre y entra un poco más, el taxista gana un poco más, el comerciante también. Como ya comentábamos en la entrega anterior, también es tiempo en que tenemos un poco de descanso, por lo que tenemos también un poco más de tiempo para compartir.
A la par es una buena oportunidad de educar en la caridad, en la ayuda mutua, es una buena oportunidad de ayudar en familia pues no hay como educar con el ejemplo.
Esta época de Navidad es muy especial pues nos abre a la posibilidad de ayudar. Seguramente estamos concentrados en nuestras propias «ceremonias» (cenas, regalos, compromisos sociales) pero también tenemos una cita con la caridad. La oportunidad de servir sale al encuentro en la necesidad del vecino, en la soledad del anciano, en la necesidad silenciosa del compañero de trabajo o en la reconciliación pendiente con el hermano; la caridad que no espera a mañana.
Para los católicos y en general para los cristianos la Navidad es la celebración de que Dios se hizo débil para encontrarnos en nuestra debilidad. Y más allá de cualquier cuestión religiosa aplica para todo hombre de buena voluntad. Es el momento perfecto para alimentarnos, no solo con un plato de comida, sino con nuestra presencia, nuestro tiempo, y nuestro amor desinteresado. Es el momento de que todos, sin importar nuestra condición, disfrutemos de la alegría de dar. Siempre habrá motivos para ayudar este es el momento justo.
¿Y como hacerlo? Solo es cuestión de ver a nuestro alrededor. Ver, como lo hizo la Madre Teresa de Calcuta, las necesidades en nuestro camino pues cada uno tiene su propio camino, su propio ritmo y su propio andar.
Disfruten el camino. Hasta la siguiente entrega.
* Mtro. Gabriel Espinoza Muñoz / Abogado, Educador y Analista político









