Cadena 8 Noticias / Opinión
Debo confesar que para esta semana ha sido un poco complicado escribir, hay tantos temas que cuesta trabajo decidir.
Si bien hay mucha tela de donde cortar, me quiero centrar en dos temas que considero de atención impostergable, hoy es un día especial para las familias en el ámbito religioso, especialmente para los católicos, y también es la antesala del inicio de 2026.
En 4 días estaremos ya en 2026 y siempre, en estos días previos, nos da por hacer planes y establecer propósitos de Año Nuevo. Si bien en otras ocasiones este tema se aborda con un enfoque personal asumo que para padres y maestros pueda ser importante ver el proceso desde un enfoque familiar.
En el ajetreo diario de la crianza (entre las tareas escolares, el tiempo utilizado en el océano de pantallas y las prisas de todos los días) es fácil caer en el «modo supervivencia». Muchos padres operamos bajo la premisa de «resolver el hoy», agotando su energía en ganar pequeñas batallas cotidianas. Sin embargo, existe una herramienta intelectual y emocional que puede transformar por completo la dinámica de nuestro hogar: la mentalidad prospectiva.
¿La qué?
Permítanme ilustrar esto con la historia de Roberto y su hija Sofía.
Roberto era un padre sumamente perfeccionista. Para él, ganar cada batalla era vital. Si Sofía no sacaba un 10 en matemáticas, Roberto sentía que ella estaba fallando. Si Sofía cometía un error en su clase de karate, él la corregía de inmediato, a veces con dureza. Roberto estaba ganando todas las batallas: Sofía era la mejor de la clase y una competidora fuerte en el karate.
Sin embargo, al cumplir los 15 años, Sofía dejó de hablar con sus padres. El uniforme de karate quedó arrumbado y sus notas cayeron; Sofia comenzó a ser una hija rebelde y una alumna problema. Roberto, buscando desesperadamente entender qué pasó, acudió a un viejo amigo, quien le explicó el concepto de la mentalidad prospectiva.
«Roberto,» le dijo el amigo, «has ganado todas las batallas del presente, pero has perdido la guerra por el corazón de tu hija. Te enfocaste en el dato del examen, pero olvidaste el sentimiento del proceso.»
Roberto decidió cambiar las reglas del juego. Un sábado, mientras Sofía intentaba armar un rompecabezas, fallaba frustrada y temerosa, Roberto se acercó. El «viejo Roberto» le habría quitado el rompecabezas y hacerlo él mismo «para que terminar rápido». El «nuevo Roberto», con mentalidad prospectiva, se sentó a su lado y dijo: «¿Parece difícil verdad? ¿Quieres que intentemos una idea nueva o prefieres descansar y seguir mañana?».
Ese día, el rompecabezas no quedo concluido. Perdieron la batalla del armado del rompecabezas, pero Roberto ganó una batalla de la guerra mayor: la de la conexión y el amor. Sofía lo miró con sorpresa y, por primera vez en meses, sonrió. Él entendió que el «germen del futuro» no estaba en el rompecabezas concluido, sino en la seguridad que Sofía sentiría al saber que su padre era un aliado, no un juez.
No hablo de ser padres o maestros permisivos sino de saber estar cerca de nuestros hijos, platicar con ellos, conocerlos, entenderlos. No implica que seamos amigos y no padres, amigos pueden tener muchos, padres solo nosotros. Entender a nuestros hijos no es justificarlos, es conocerlos y solo los conoceremos si estamos cerca de ellos. Es lograr que nuestra Sofia, o como se llame nuestro hijo o hija, sea de 10 en la escuela, pero también sea de 10 en su desarrollo emocional para que sea una persona de 10 en la vida.
La prospectiva no es una bola de cristal para adivinar el futuro; es la capacidad de mirar a largo plazo para tomar mejores decisiones hoy. La mentalidad prospectiva nos invita a preguntarnos: ¿Qué adulto quiero que sea mi hijo en 20 años? Y entonces definir que tipo de familia construir en 2026 para aspirar a lograr nuestras metas de largo plazo.
“El futuro no se adivina, se construye” Afirma Tomas Miklos en su libro “Planeación prospectiva, Una estrategia para el diseño del futuro” Ed. Limusa (2007); además afirma “El futuro tendencial llega si decidimos no hacer cambios, haciendo lo mismo no puede haber resultados diferentes”.
Para implementar esta visión en familia, necesitamos considerar tres elementos fundamentales que se mencionan en los estudios de futuro:
1. El Sacrificio del corto plazo
Construir el mejor de los futuros posibles requiere, a veces, sacrificar la comodidad inmediata. Por ejemplo, es mucho más rápido atarles los zapatos a los hijos que esperar 10 minutos a que lo hagan ellos (sacrificamos tiempo hoy para ganar autonomía mañana).
2. Conocer el pasado para ajustar el futuro
Muchos de nosotros repetimos patrones de crianza de nuestros padres de manera inconsciente. Al estudiar nuestro pasado familiar podemos identificar qué «gérmenes» queremos conservar y cuáles necesitamos modificar».
3. El Cambio de paradigma ante la crisis
Las reglas del juego han cambiado: la educación ya no es solo acumular información, sino gestionar emociones y adaptabilidad. Si seguimos educando con el paradigma industrial del siglo XX, estamos enviando a nuestros hijos a una guerra con armas obsoletas. Además, debemos leer muy bien nuestro entorno para identificar las amenazas que viven nuestros hijos, que los acechan disfrazadas de modas, tendencias o prácticas sociales que se ven ya como normales.
¿Cómo empezar hoy mismo? Aquí tres acciones de mentalidad prospectiva que le permitirán definir propósitos de Año Nuevo para un nuevo enfoque familiar:
1. Defina el «Estado Final Deseado»: Reúnase en familia y escriba cinco valores que desea ver en sus hijos y en ustedes cuando ellos tengan 25 años, y los 5 valores que tienen que vivir como familia en 2026 para lograrlo.
2. Identifique Gérmenes de Futuro: Observe a su hijo hoy e identifique qué talento o qué rasgo positivo de carácter muestra. Defina estrategias para ayudarlo a desarrollar esos talentos.
3. Defina como va a medir los avances, como puede saber si se esta cumpliendo lo planeado y que cambios positivos ve en su familia.
Ya nos ha tocado acompañar a familias y organizaciones en su aplicación y créame, da resultado.
La formación de los hijos es el proyecto más importante que tenemos como padres. No se trata de controlar cada paso, sino de elegir el camino idóneo que los lleve a construir su propio proyecto de vida. Si lo hacemos con la mirada puesta en el horizonte, estaremos asegurando que, cuando ellos vuelen solos, lleven consigo la brújula correcta.
Recuerde: Las batallas se ganan con fuerza, pero el futuro se conquista con visión.
Que tengan un Feliz Año Nuevo. Hasta la próxima entrega.
* Mtro. Gabriel Espinoza Muñoz / Educador y Analista Político









