🦗GRILLANDOANDO🦗
Por David Saucedo / Analista Político / Cadena 8 Noticias
1. El Gobierno de los Estados Unidos no tiene pruebas sobre la presunta e “intolerable” alianza de los cárteles de la droga con el actual gobierno de México.
Es imposible que a unos cuantos días de haber tomado posesión como presidente de los Estados Unidos Donald Trump tenga pruebas para armar un caso consistente, con datos irrefutables, sobre una posible relación orgánica del Cártel de Sinaloa, del Cártel Jalisco Nueva Generación o de la Familia Michoacana (los tres grandes grupos de macrocriminalidad que operan en ambos lados de la frontera) con los integrantes del gabinete de seguridad de Claudia Sheinbaum.
Trump lo sabe y por eso matiza su afirmación diciendo en su comunicado que el gobierno de México solamente ha proporcionado “refugio seguro” para que los narcotraficantes fabriquen y transporten drogas ilícitas hacia los Estados Unidos.
2. Aterrizando estos señalamientos con los personajes de carne y hueso de una hipotética alianza narco-política en México, en estos momentos, luego de las capturas y extradiciones de Ovidio Guzmán y El Mayo Zambada, no se ve viable que la cúpula del Cártel de Sinaloa pueda llegar a algún acuerdo con el gobierno de Sheinbaum.
Sencillamente no hay las condiciones para que algunas de las facciones del CDS se sienten en la mesa con emisarios del gobierno.
Lo mismo sucede en el caso de Nemesio Oceguera, alias el Mencho, líder del CJNG, que en varias ocasiones ha querido “neutralizar” a Omar García Harfuch, zar en materia de seguridad del actual gobierno federal.
“El Fresa” y “El Pez”, líderes de la familia Michoacana, tampoco podrían pactar esquemas de protección y/o colaboración con la élite política, militar o policial del gobierno mexicano debido a los excesos que los hermanos Hurtado Olascoaga han cometido en varias plazas de su vasto narcoimperio. Simple y sencillamente quemaron sus naves.
3. Por otro lado, la mayoría de los mandos medios y superiores encargados del combate al crimen organizado entraron en funciones hace apenas 4 meses. Aceptando sin conceder que varios o la mayoría de ellos sean proclives a una sinergia criminal, ésta no se ha concretado por la más elemental de las razones: no han tenido tiempo suficiente para ello.
4. Jorge Romero y la dirigencia del Partido Acción Nacional se equivocan al hacerle el juego a Donald Trump y aceptar sin cortapisas las acusaciones que este lanzó en contra del Gobierno de México. No podrán hacer árbol leña del árbol caído porque no hay hacha (las acusaciones de Trump son muy endebles), el árbol sigue en pie (el gobierno Sheinbaum decidió dar la batalla) y el leñador está ocupado tratando de cortar otros árboles del bosque (Trump también impondrá aranceles en contra de Canadá, China y la Unión Europea).
Las famosas pruebas de que en México tenemos un “narcobierno” nunca llegarán y el PAN no podrá sacar raja política de esta coyuntura.
5. La pelea con los narcotraficantes mexicanos es en realidad un caballo de Troya de Donald Trump para obtener ventajas en materia comercial y migratoria. El presidente de los Estados Unidos sigue en campaña.
Quiere mantener e incrementar su base social de apoyo, usando los ejes temáticos y banderas que enarboló en el proceso electoral en el que salió victorioso.
Como en otras ocasiones Trump utiliza la política exterior para fortalecerse en el frente interno. Una jugada de pizarrón que la ha funcionado en el pasado.
6. Además, tal y como lo mencionó en el boletín de prensa en el que anunció la imposición de aranceles a México y Canadá, Trump reconoce que su verdadero objetivo es reducir el déficit comercial que los Estados Unidos vienen arrastrando desde hace tiempo. Con un exceso de franqueza y arrogancia admite que la amenaza de los aranceles sirvió para imponer sus condiciones en la negociación fast track que cerró la semana pasada con Gustavo Petro, presidente de Colombia.
7. La presidenta Claudia Sheinbaum hizo lo correcto al no aceptar las exigencias del presidente de los Estados Unidos. En México ya sabemos lo que significa ceder frente a las presiones de Donald Trump. En su momento el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador aceptó que México fuera tercer país seguro. Recibió en la franja fronteriza a migrantes de otras nacionalidades que eran expulsados de los Estados Unidos a cambio de nada.
También utilizó a una tercera parte de los elementos de la Guardia Nacional para que desempeñaran funciones de policía migratoria e impidieran el tránsito de las caravanas de migrantes de centro y Sudamérica que iban en busca del sueño americano.
En aquella coyuntura Trump amenazó a AMLO y a Ebrard con imponerles aranceles al acero y a otros productos mexicanos que se exportaban a los Estados Unidos. Ambos aceptaron el chantaje de Trump sin negociar transferencias de recursos de los Estados Unidos a México para atender a los migrantes en la frontera.
8. Sabedor de que no podrá frenar de manera sustantiva el consumo de drogas ilícitas en los Estados Unidos y tampoco el consumo de fentanilo en las ciudades en las que hay un incremento de muertes por la ingesta de dicha sustancia, Trump busca un quid pro quo. Pero no le interesa incrementar los decomisos de droga, ni la extradición de narcos de alto perfil o la captura de los delincuentes más buscados de la lista de la DEA.
Lo que Trump quiere es que México nuevamente sea tercer país seguro, tener 28 mil soldados mexicanos “gratis” que estén custodiando la frontera para frenar la migración ilegal, reducir el déficit comercial e imponer sus condiciones en la renegociación del TEMEC.
9. ¿Qué posibilidades tiene México de derrotar a los Estados Unidos en una guerra comercial? Ninguna. En términos futbolísticos no enfrentar a Trump implica dejar el marcador 4-0. Pero dar la pelea puede dejar el marcador 4-2, es decir, obtener algunas concesiones para México en una negociación en la que se incorporen temas de su propia agenda nacional.
10. Al mismo tiempo es importante mostrarle a Trump que pelear con México tiene un costo: aranceles espejo, permitir que China participe en licitaciones de ferrocarriles (empezar a jugar la “carta china”), arrebatarle el voto latino en Estados Unidos, etc.
En el futuro Trump tendría que decidir si está dispuesto a pagarlo. En México, por regla general, nos gusta más el mal arreglo, al buen pleito. Con Trump hay que empezar a aplicar psicología inversa.